El avecilla de nombre sonrojante, sobre la que se acaba de publicar una espléndida monografía, vuelve a no figurar en la lista de finalistas. Tengo debilidad por el alcaudón, con esa costumbre de serial killer de empalar a sus presas en pinchos y espinos para almacenarlas, pero a quien me gustaría de verdad poder votar, y que no ha sido ave del año en ninguna de las 28 ediciones, es al chochín. Imagino que su chocante nombre, que lo hace proclive al cachondeo fuera de los círculos ornitológicos (y dentro también), le ha apartado estos años...