Se hizo un silencio solo roto por las miradas y pequeños carraspeos de unos cuantos periodistas. Detrás de una mesa de formica, con voz profunda, sin alardes de ningún tipo, tal cual era el personaje, proclamó: “Ya tenemos candidato a la alcaldía de Málaga”. Y con la mirada señaló a un hombre alto, delgado, con gafas de pasta, redondas y oscuras. Con pasos lentos, acompasados a su cuerpo se acercó hasta el lateral de la mesa y dijo: “soy Pedro Aparicio, médico de profesión”.