Nada, en la política española, es lo que fue durante los traumáticos años treinta y cuarenta del siglo pasado. Pero algunos parecen tener nostalgia de aquellos años del plomo, de aquella angustia criminal. Tienen tanta ilusión por ser los oficiantes de un sepelio que necesitan encontrar algún muerto para la ceremonia. Limítense, por favor, a paliar las angustias de la memoria, para quienes las sufran, y no se deleiten en la necrofilia política.