Al Kaiser Federico II de Prusia le molestaba el ruido de un molino cercano, así que fue al molinero y le dijo: "Será mejor que me venda su molino", ofreciéndole una gran suma, a lo que el molinero le contestó: "El molino no está en venta a ningún precio". "Pues haré que lo tasen y le pagaré lo que vale, en vez de esta gran suma, y haré que lo arranquen", a lo que el molinero le contestó, sonriendo: "Eso lo podría hacer usted si no hubiera jueces en Berlín." El molinero confiaba en los jueces de su reino…