Cada año la misma estampa, la misma costumbre ignorante. Avenidas bajo el sol llenas de árboles amputados de sus miembros. Ramas cercenadas, hojas desaparecidas y ni una sombra bajo la que cobijarse. Además de ser una costumbre tremendamente dañina, es estúpida, pues no tiene sentido desmochar un ejemplar rebosante de verde y de salud, solo para que dentro de unos años vuelva a estar igual, si es que lo está. Tras cada poda salvaje, después de cada terciado o desmochado, ningún árbol crece con el mismo vigor, ni vive los mismos años.