Cuando Da Vinci pintó 'La Gioconda', o cuando Rogier van der Weyden hizo lo propio con 'El descendimiento de la cruz' y Artemisia Gentileschi con 'María Magdalena en éxtasis', echaron mano del él para luchar contra el tiempo. Desde el siglo XIII, fue habitual que los pigmentos se ligasen con aceite, de ahí el concepto de óleo. Sin embargo, otro ingrediente de cocina le fue ganando terreno: las pinturas a base de huevo, conocidas como temple al huevo, estuvieron de moda durante cientos de años, desde China hasta Italia.