La identificación de un astrolabio islámico del siglo XI con inscripciones tanto en árabe como en hebreo lo convierte en uno de los ejemplos más antiguos jamás descubiertos y uno de los pocos conocidos en el mundo. El instrumento astronómico fue adaptado, traducido y corregido durante siglos por usuarios musulmanes, judíos y cristianos en España, el norte de África e Italia.