La reacción de los obispos ante el informe siguió esta pauta: primero descalificar, negando credibilidad y hasta ironizando con la cifra, para acto seguido afirmar que los números no tienen importancia porque lo que duele es la calidad y no la cantidad. Y encender el ventilador: tanto en cantidad como en calidad los abusos en la Iglesia son residuales frente a los cometidos en otras instituciones, singularmente la que presenta más casos: la familia. Esta especie de y tú más o ¿y los demás, qué? es un tramposo recurso.