El 21 de agosto de 1910, cuando el sol rozaba el horizonte, José María Grimaldos emprendió un largo viaje, de consecuencias inesperadas. Torturas, sufrimientos, olvidos, desencuentros, pero sobre todo una Justicia que no funcionaba, un mundo rural agónico, una política preñada de ideología y huérfana de ideales humanistas, beligerante con la inteligencia y la racionalidad; …