En el caso de los osos, su temperatura corporal cae en picado, el metabolismo se contrae y bajan tanto el ritmo cardíaco como la respiración, este proceso es capaz de reducir el gasto energético hasta en un 98% en algunos casos, y el animal puede perder más de una cuarta parte de su peso corporal a medida que quema sus reservas de combustible. Sin embargo, aplicando las mismas matemáticas a un humano adulto, esta hibernación no sería posible llevarla a cabo en el escenario de una larga hibernación para viajes espaciales.
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A esa altura la baja presión provoca que no puedan respirar suficiente oxígeno, se morirían y no llegarían vivos al destino.
Ya lo podéis publicar señores de 20 minutos.
Comparar osos que hibernan naturalmente con humanos en algún tipo de sueño alimentado monitoreados y arropados desde fuera.