La revista PloS Medicine publica esta semana un estudio que sugiere cómo un consumo diario de entre dos y tres tazas de café, tres y cinco de té o entre cuatro y seis de la combinación de ambas está asociado con un menor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares o demencia.
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Así, pues, la semana que viene toca que el vino es malo y seguir alternando.
Paracelso
La oxígenoterapia es buena y está indicada en determinadas ocasiones. Demasiado oxígeno sí que puede ser malo:
www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=92535
Hidratarse, en la medida adecuada, es bueno. Demasiada agua, también es malo:
www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-hormonales-y-metabólicos/equil
Y así con todo. Paracelso tenía mucha razón:
La dosis diferencia un veneno de un remedio.
Una persona sana puede consumir alcohol en moderación de manera no rutinaria y podría conseguir muchos más beneficios que pérdidas.
Encuentras artículos enfrentados por todos lados. Lo más lógico es que ante la duda, de entrada, cualquier médico o investigador te diga que no tomes alcohol. Pero aún no está claro del todo el efecto del alcohol sobre el cuerpo.
A todo esto, el que bebe alcohol no es para vivir 100 años, y el que así lo diga esta usando excusas para su alcoholismo.
Otra cosa es que la gente no acepta que el alcohol es perjudicial en cualquier dosis y todo el que consume les daña. Pero eso es disonancia cognitiva.
#16 es que #15 tiene razón.
“La investigación solo muestra una relación, y no demuestra que el té o el café causen la reducción del riesgo de enfermedad. Es posible que haya otros factores en juego”, comenta Charlotte Mills, profesora de ciencias de la nutrición de la Universidad de Reading (Reino Unido), y sin relación con el equipo investigador.
Es como si hicieran lo mismo con el numero de calzado o el color del pelo, para terminar diciendo que ser rubio o tener una talla 42 de zapato reduce el riesgo de sufrir ictus porque según la estadística esa gente ha tenido menos ictus que los demás. Pero la realidad es que la estadística puede decir lo que tú quieras que diga, y las dos cosas no tienen porqué estar interrelacionadas como causa-consecuencia.