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Escribo esto para que quienes lo deseen se puedan ir poniendo al día en un asunto de la mayor trascendencia posible: el origen de nuestra civilización. Y quién sabe si de algún modo nuestro futuro.
Lo cierto es que la palabra “megalito”, que al final significa piedra grande, puede inducir a error. Muchos podrían pensar en dólmenes y menhires. Sin desmerecer a estos, hablamos de algo completamente distinto.
De una técnica constructiva implementada en diversos puntos del globo cuya antigüedad real no va a ser tarea fácil esclarecer.
La arqueología académica ha fallado persistentemente en la atribución de determinadas obras a culturas que hallaron sus restos y se valieron de ellos.
Los estados de conservación son muy diversos, siendo tal vez el ejemplo mejor conservado la fortaleza de Sacsayhuamán en Cuzco. Prácticamente en toda la ciudad se pueden ver ejemplos.
El patrón se repite en todas partes de similar modo, obras magníficas con piedras enormes trabajadas y encajadas de una manera bastante particular. Por lo general destruidas y luego restauradas por las culturas a las que actualmente les son atribuidas: incas, mayas, egipcios, romanos, helenos…
Las teorías a estas alturas disparan la imaginación y poco hay firmemente establecido más que el denominador común, que a fecha de hoy ya es a todas luces innegable.
Desde Perú a Egipto, incluso en la Isla de Pascua y en muchos otros lugares, algunos aún por descubrir, se puede apreciar una raíz común.
La foto de arriba corresponde a la pirámide actualmente atribuida erróneamente a Micerinos.
Si uno observa con detalle podrá ver una serie de protuberancias o extrusiones en la piedra (en inglés lo llaman “knobs”) además de un tamaño irregular de los bloques, que en este caso preservan la hilada horizontal por las características de la construcción. Motivo por el cual también fue más fácil “desnudar” a las pirámides.
En la otra punta del mundo, en Cuzco, podemos observar este otro muro que presenta el mismo peculiar atributo, además de otras características comunes y algunas diferentes:
Y este otro muro se encuentra en la Isla de Pascua, a más de 3000 kilómetros de tierra firme en cualquier dirección:
La conexión de la isla con Sacsayhuamán es del todo evidente, pero también en Egipto hay muchos más ejemplos. Aunque este último estilo sea algo más rectilíneo los elementos comunes son evidentes. La imagen siguiente corresponde al Osireion en el templo de Abydos, Egipto:
Tales elementos podrían definirse como los siguientes rasgos de la técnica constructiva:
1. Bloques de gran tamaño.
Si bien es cierto que existen construcciones que cabría asociar con esta cultura megalítica global y que presentan bloques de menor tamaño suelen ser bloques enormes de incluso varias decenas de toneladas. El ejemplo corresponde a Sacsayhuamán:
2. Unidos de forma precisa y sin mortero
En algunas zonas podemos encontrar restauraciones que se han valido de técnicas más limitadas de culturas posteriores, como en la zona Chichén Itzá en la península del Yucatán. En muchos casos tales obras han podido ser parcial o totalmente desmanteladas, presumiblemente usadas como canteras.
Restauración maya partiendo de elementos megalíticos probablemente hallados en forma de ruinas:
Por otro lado el nivel de deterioro y erosión, muy diverso, puede dar la impresión de uniones más precarias en determinadas obras. Hay un nexo común que se halla en algunas de ellas, son un tipo de “grapas” metálicas (en inglés suelen utilizar "clamps") que mantienen aún más firmemente unidos los bloques. Hay mucho trabajo hecho ya pero mucho menos del que queda por hacer, apenas hemos empezado a arañar la superficie, disculpas por la calidad de la imagen:
3. Bloques poligonales e irregulares
Aunque en algunos lugares se conservan más las líneas rectas, como es el caso de Egipto, y no aplique a todos los casos, el ensamble de bloques de diversas formas y tamaños, hecho que confiere una resistencia superior por ejemplo ante movimientos sísmicos, es una característica habitual.
Y a partir de estos tres puntos fundamentales caben muy diversas apreciaciones como variados son los ejemplos a lo largo y ancho del planeta:
Suelen tratarse de lugares en ruinas o restaurados por asentamientos de culturas posteriores.
El estilo restaurado por los mayas recuerda en cierta medida al que se encuentra en los templos de India o Camboya, algunos mejor conservados que otros. Si bien esta última zona llegó a pasar del bajorrelieve a una muy notable tridimensionalidad que en la zona maya no se observa.
El estilo egipcio en cambio es mucho menos barroco encontrando la belleza en las líneas simples, aunque es difícil saber el aspecto que pudiera presentar en su momento.
Algo a lo que conviene estar muy atento es a los diferentes métodos constructivos que denotan las diferentes capacidades, desde el más rudimentario amontonamiento de piedras hasta trabajos de una finura y envergadura que no han vuelto a ser realizados. Machu Picchu es buena muestra de ello, en Perú:
Nada tiene que ver en realidad el muro de abajo con el de arriba en cuanto a calidad constructiva, por más que se haya acertado a preservar las líneas generales con cierta fidelidad.
Se diría que está trazado por la misma mano pero con medios muy distintos, lo que naturalmente dispara las especulaciones.
Y supongo que como introducción al tema es suficiente, no es preciso entrar en las muy diversas hipótesis que se manejan. Pero lo cierto es que la existencia de esa cultura megalítica global podría ser uno de los secretos mejor guardados de nuestro tiempo (o como se ve no tanto) y cambia por completo el relato de nuestros propios orígenes. Sorprende además que la arqueología e historiografía académicas presenten hasta la fecha un rechazo frontal a tesis que son mucho más que razonables, aunque en realidad estemos hablando de prehistoria. Y sorprende incluso más que no provengan del propio ámbito académico, lo cual, de nuevo, no hace más que disparar las especulaciones y las sospechas.
Hoy en día ya se dispone de mucha información y van surgiendo nuevos emplazamientos, hay una historia perdida, sino oculta, cuya evidencia cada vez aflora en mayor medida. Hasta el punto de ser ya sencillamente innegable. Lo mostrado aquí son sólo unos pocos ejemplos. Tal vez aún no sea el momento de volver a escribir la historia. Pero hoy ya sabemos que deberá volver a ser escrita.
Y no quiero dejar de anotar aquí una hipótesis que algunos plantean, ya no por su plausibilidad, sino por los riesgos que implica: Algunas potencias podrían estar en pugna, además de en otros ejes geopolíticos, por el conocimiento antiguo. Tesis que casa muy bien con el conocido gusto por el “esoterismo”, dicen algunos, del tercer Reich. No hay que olvidar que la esvástica es un símbolo milenario. Igual que la cruz de hierro, muy parecido al símbolo de las fuerzas armadas ucranianas que todos hemos visto no hace mucho en una de las camisetas caquis de Zelensky. Pero la exposición y desarrollo de tales conjeturas, por su entidad, merecen ser analizadas aparte.