El cine de Albert Serra hace sentir al espectador como si mirara a través de una mirilla algo prohibido. Pero lo que encontrará al otro lado de la puerta no es lo que el cine suele mostrar, sino lo que realmente rehúye. En Liberté, el cineasta catalán sujetó la cabeza del público para que asistiera a un cruising en la época de Luis XVI donde el sexo era sucio y desagradable.
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