Kepa, nombre ficticio de uno de los cuatro amigos treintañeros atacados por menores del centro foral de Sopuerta, era de los que defendía que «había que darles una oportunidad» cuando sus convecinos protestaban por la apertura en el municipio vizcaíno de un complejo -ubicado en un palacete- para acoger a menores inmigrantes no acompañados. Ahora, sin embargo, está «convencido de que va a pasar algo gordo» por el «descontrol» que presenció. «No sé qué pintaban a las tres y pico de la madrugada todos esos chavales en la calle», se pregunta.
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De poco o nada vale la ley de extranjería actual que, técnicamente, ni te aparca ni te mueve, te deja en un limbo extraño.
Si todo inmigrante irregular supiera que vas a estar encerrado hasta que se te devuelva en lugar de que vas a estar a lo tuyo, muchos se lo replantearían.
que cosa rara, que esos chavales a los que medio pueblo repudia desde antes de que lleguen y duermen en una casa con pintadas de "FUERA" decidan hacer pandilla entre ellos en vez de integrarse. Y que hasta los mansos acaben bajo las órdenes del mas malote. Seguro que nadie hizo nunca un estudio al respecto de estos comportamientos totalmente inusuales.
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