#22 Hay un libro que trata de estos temas que está muy bien. Se llama "Volevo solo vendere la pizza". Entretenido y explica muchas cosas como la que le pasa al tal Bartolotta.
Al artículo solo le falta entrar un poco en cómo hablaba Larry Bird a sus rivales en la pista. El famoso "trash talk" del bueno de Larry era, posiblemente, el mejor que ha habido nunca.
#51 Sí, anda que en un restaurante "de negocios" donde va la cúpula del Govern de la Generalitat van a guardarte los videos de lo que pasó aquel día con la que se ha montado
#22 Imagino que no lo sabes, pero estos "atletas del montón" llevan compitiendo (sí, compitiendo en campeonatos regulados) desde los 6 años y algunos incluso desde más pequeños. Y de esos que empiezan, a profesionales llegan muy pocos. Y a MotoGP muchísimos menos. Y ya a campeón del mundo pues prácticamente ninguno. A ésta gente le cuesta 20 años llegar a ser campeones. Y no vas a dar una patada a una piedra y encontrar 5 campeones del mundo nuevos.
#41 Los fabricantes europeos siguen confiando en que a la gente se le vende que en la plaquita pone "Mercedes" o "Renault" y no "Geely" o "BYD"... Pero es cuestión de tiempo que la gente empiece a probar coches chinos y se de cuenta de que funcionan bien y cuestan la mitad. Exactamente lo mismo que pasó con los coches coreanos hace 30 años o con Dacia hace 20. Y los alemanes (sobre todo) siguen sin aprender.
#12 Lo que pasa es que a la gente inteligente y válida que entra en un partido, el resto de trepas le hacen la vida imposible hasta que consiguen que se larguen. Así tienes que al final solo queda la gente que quiere vivir de la política y los que la ven como un servicio al pueblo y al país ya ni se acercan porque saben lo que hay. Esto está mucho más agudizado en la derecha que ya de por si ve al estado como un estorbo a sus intereses... Aunque luego quieran vivir de él.
#27 Podemos se fue al guano en Vistalegre II. Errejon tenía razón y lo que el partido necesitaba era seguir en la senda socialdemócrata y no virar más hacia la izquierda y el feminismo excluyente ("Podemos para todas", cágate). Ahí ya entró Irene Montero y su banda y se cargaron al Podemos original que sí había generado mucha ilusión en los que tenían que ser sus votantes, los trabajadores. De ahí en adelante, cuesta abajo y sin frenos.