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«¡Ya que nosotros no podemos, que se duchen ellos!»

Ignacio Cano Gutiérrez llegó ayer al Ayuntamiento de Torrelavega con la buena intención de saldar parte de su deuda, pero el trato que recibió no le gustó y acabó rociando las dependencias con un extintor, lo que obligó al desalojo del edificio. El miércoles le cortaron agua y ayer se personó con 100 euros para intentar que restableciesen el suministro en su vivienda, pero el recaudador le dijo que era insuficiente -la deuda es mucho mayor- y le derivó a Servicios Sociales, lo que le pareció «una tomadura de pelo».

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