El sentir general de los joyeros de barrio ante la indefensión de sus negocios a manos de los numerosos grupos de atracadores que actúan impunemente. «Nos sentimos desprotegidos. Y yo ya no aguanto más, me jubilo», manifestó apesadumbrado mientras miraba el escaparate revuelto, donde faltaban los objetos de oro más ostentosos e incluso una cadena, de escaso valor, que los asaltantes decidieron incluir en el botín pensando que era maciza.
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