Prohibir conciertos de artistas no afines políticamente, devolver a Madrid sus entrañables atascos y devolver el estilo rancio al diseño de los carteles del ayuntamiento. El cartel que anuncia la programación de los centros municipales en verano lo ha hecho un bedel, no ya con Photoshop, sino directamente con Paint: tipografía dolorosa, colores escogidos por un daltónico y una imagen tan genuinamente madrileña como un mojito caribeño. Todo mal.
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