Si te has criado en un barrio obrero, como muchos de nosotros, donde en el bar de abajo se venden patatas bravas y no guarnición de tubérculos con salsa deconstruida de tomate y guindilla, que te llamen pijo es algo más bien ofensivo. No falla: vemos a chavales con polos de un caballito ocupándoles medio pecho, peinaditos para atrás con o sin gomina y diciendo continuamente: ‘ssssuperholaaaa’, ‘ossssea’ y ‘megaguay’ y ya no tenemos ninguna duda: son pijos. Pero, ¿qué nos dice el diccionario?
|
etiquetas: rae , pijo , palabra