Ojalá aquella vieja a la que le negaste un crédito en la sucursal del banco donde trabajas te hubiese maldecido de otra manera, pero no. La condenada podría haberte maldecido con un Lamia y en lugar de eso te echó encima el terrible castigo de las tres luces rojas. Tu estabas condenado y tu Xbox 360 muerta.
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