La culpa la tiene Rosiña, quien con 34 años y un retraso mental profundo se dejó engañar con las preferentes en un pueblo de Pontevedra y se quedó sin los 14.000 euros con los que mañana orvallar. "Nunca salimos del pueblo", decía su madre bajo un paraguas en un escrache a solas, frente a la oficina de Novagalicia. "Nunca gastamos. Nunca tiramos el dinero. Si nos privamos de todo fue para que Rosiña tuviera algo".
|
etiquetas: españistán , desahucio de derechos civiles , no puedo más