Weinberg señala que ni siquiera la confirmación del bosón de Higgs tendría porque afectar a las creencias religiosas. Sin embargo, considera que a medida que la ciencia explica la realidad, se reduce la necesidad de interpretaciones religiosas sobre ella. Por tanto, aunque la ciencia no entre en conflicto directo con la religión, sus logros despojan a la religión de una de sus motivaciones originales: la de comprender el mundo.
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