Un día cualquiera —o no tan cualquiera—, la niña se enfrenta al miedo, al dolor y a la sangre. El corte le susurra: ya no eres una niña. El corte le dice: nunca perderás tu pureza ni sentirás la tentación de buscar a otros hombres porque no sentirás nada. Crecerá, sentirá dolor; se casará, sentirá dolor; tendrá hijos, sentirá dolor. Nunca olvidará este día. Las mujeres de su familia la sujetan para que una mujer a sueldo deslice un cuchillo, un cristal o cualquier objeto cortante con el que le secciona una parte de sus genitales...
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