Si algo nos está mostrando la ficción contemporánea en estas últimas series es que la imagen de chica complicada necesita, forzosamente, un problema mental al que aferrarse. Al que se aferran los guionistas, claro está. En el caso de Homeland, esto ya comienza a criticarse desde algunas esferas: ¿cumple Carrie, como paciente de un trastorno bipolar, con el criterio de verosimilitud?, ¿o simplemente "se chala" cuando a los guionistas les conviene que haga algo impredecible que no pueden justificar de otra manera? Pero hay otros interesantes...
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