[...]la gente preocupada por qué lista votar o qué hacer ante la urna, incluyendo el deslizar por la ranura una loncha de mortadela, que fue la solución que encontró el cabreo bonaerense para canalizar su asco por la casta política. Vaya por delante que, además de no muy higiénica, tal vez incluso epidémica, me parece un castigo injusto a los interventores y contadores de papeletas, válidas o nulas o guarras.[...]
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