A pesar de que hace cerca de diez años que Elena (nombre ficticio) sabe que es portadora del gen BRCA2 que implica un 70% de riesgo de sufrir cáncer de mama y que existe un 50% de posibilidades de que se lo haya transmitido a cualquiera de sus dos hijas, todavía no les ha pedido que se hagan la prueba. "Me estoy haciendo la remolona, porque es duro hacerse una prueba en la que te puedan decir que pende sobre ti semejante espada de Damocles", comenta.
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