Vivimos en un país en el que reina el mal y es más fácil golpear a las buenas personas que perseguir a las malas. Lamentablemente para las buenas personas, sólo hay tres salidas: no ir a contracorriente y pasarse al lado del mal, unirse a la mayoría y disfrutar de la sodomía o unirse a los pocos que manifiestan su descontento y se rebelan.
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