Si cuando entré tuve la sensación de asistir a una suerte de chaladura colectiva, delirante pero cómica al fin, al salir me dio la impresión de estar abandonando un lugar oscuro e insano. La escena inicial de la asamblea tenía algo mágico, una combinación extraña de 'La vida de Brian' y de Myrna Minkoff, aquel personaje genial de John K. Toole.
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