Wozniak cuenta un montón de anécdotas personales de la informática moderna: cómo se colaba con un amigo en el Acelerador Lineal de Stanford –uno de los sitios donde se instalaron los primeros superordenadores– para entrar en la biblioteca y conseguir las tarjetas de pedido de los manuales, que luego pedía por correo. Cómo utilizaba un teclado de una máquina de tarjetas perforadas para programar, gracias a que se sabía los códigos de memoria y no tenía que esperar los 40 minutos que solía requerir el perforado
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