No hay más que leer los anuncios publicitarios: “Aprenda inglés en quince días” o “Hágase fontanero en un año”. Abundan los comercios de comida rápida; las relaciones que duran un suspiro: “hola y adiós”. En las empresas, los jefes presionan para que todo se haga de inmediato, cuanto antes mejor. No nos damos cuenta, pero estamos enfermos de velocidad.
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