Voy a dar un nuevo formato a mis artículos. A partir de ahora, quienes queráis podéis seguir leyéndolos, pero quienes lo deseéis podéis escucharlos. El vídeo y el texto no van a coincidir del todo, porque primero lo he grabado diciendo lo que se me pasaba por la cabeza y es ahora cuando voy a escribir el texto. Comenzamos con el vídeo:
Esfera de lo indecidible y precondiciones lógicas de la democracia. Son los conceptos que usan los filósofos Luigi Ferrajoli y Robert Alexy para hablar de los Derechos Humanos. Las mayorías sociales no pueden negar su contenido esencial ni privar a sus titulares de su disfrute, porque sin los Derechos Humanos no hay democracia. Habermas define la auténtica democracia como deliberativa. Es fruto del diálogo libre, formado, informado y en condiciones de igualdad. Un diálogo donde los ciudadanos expresan sus puntos de vista y comparten información, formándose su criterio y votando en consecuencia. Porque la democracia no consiste en meter un voto en una urna, sino en decidir. Y para decidir son clave la formación y la información.
Sin los Derechos Humanos la democracia no es posible, porque sin ellos no se garantiza que los distintos individuos que componen el cuerpo electoral puedan deliberar y participar de forma libre, formada, informada y en condiciones de igualdad. Sin ellos se excluye a una parte del cuerpo electoral que ha carecido desde su infancia de las condiciones materiales para formar su criterio (por no haber tenido una educación de calidad, haber vivido en la marginalidad...) o que ha caído en las situaciones que socavan el autorrespeto, como dice John Rawls, porque está sufriendo explotación laboral, carencias esenciales, enfermedad sin un tratamiento adecuado...y por tanto padece un sufrimiento injusto que le impide participar (porque bastante tiene con intentar sobrevivir) y le condena a la exclusión.
Todos los Derechos Humanos son igualmente esenciales. Los derechos sociales nos dan las condiciones materiales imprescindibles para participar en la democracia, y además garantizan el núcleo de dignidad que es titularidad inalienable de cada sujeto y debe ser protegido por el Estado. Pero los derechos civiles y políticos no son menos importantes, pues mediante ellos controlamos al poder, lo criticamos, proponemos alternativas a su gobierno y, en suma, evitamos que los dirigentes terminen creyéndose omnipotentes y cayendo en el despotismo.
La URSS cometió el error de reconocer los derechos sociales pero olvidar los derechos civiles, y de ahí nació la tiranía de Stalin. Porque el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Y las democracias formales que hacen hincapié en los derechos civiles pero niegan los derechos sociales que son premisa para su ejercicio, terminan convirtiéndose en dictaduras encubiertas de las élites económicas, con amplísimos porcentajes de la población excluidos de facto y condenados a la condición de parias y esclavos modernos.
La separación de poderes también es esencial para la democracia. El Poder Judicial aplica las leyes, y tan importante como el texto de una ley es la independencia de quien la interpreta. Porque, según quien lo haga, una ley puede decir una cosa o la contraria. En España los altos magistrados (Tribunal Supremo, tribunales superiores de justicia...) son promocionados por el Consejo General del Poder Judicial, cuyos integrantes son elegidos por el parlamento. Y los magistrados del Tribunal Constitucional son elegidos por el Gobierno, el Parlamento y el Consejo General del Poder Judicial.
Eso, unido a las puertas giratorias judiciales (muchos magistrados del TC pasan al TS cuando acaban su mandato y luego acaban siendo fiscales generales del Estado y reenganchando otra vez en el TC cuando se les acaba el puesto) cuya llave tienen los políticos, afecta muy negativamente a la independencia de los tribunales. Europa lleva lustros diciéndonos en los informes GRECO que la mayoría de miembros del Consejo General del Poder Judicial no deben ser elegidos por los políticos, y que debemos establecer baremos objetivos de méritos para el acceso a las altas magistraturas. Pero ni caso.
También es clave la pluralidad de medios de comunicación que recojan las diversas tendencias y no silencien las informaciones que perjudiquen a las élites. A esos efectos, los medios públicos tienen un papel esencial.
Finalmente, la democracia participativa da un plus de calidad a todo sistema democrático. El hecho de que, mediante consulta popular, podamos revocar el mandato de nuestros representantes a mitad de legislatura si no han cumplido sus promesas, o que podamos convocar referendums como en Suiza, cuyo resultado vincule al Gobierno, implica un control adicional sobre la clase política que le animará a portarse bien, así como una vía para que la voluntad popular se haga oír de forma más nítida y constante.
Seguramente me he dejado alguna cosa, así que si lo leído os ha resultado interesante, ved el vídeo :P