Los desplazados internos anhelan el fin de la guerra. “En 75 años de vida jamás ví una cosa así”, dice, con pesar, Ahmad Hamad. Tenían una casa, comida y todo lo que necesitaban. Hoy, aquella modesta vida es un lejano recuerdo. La casa quedó atrás, entre tiroteos y coches bomba. Huyeron y hoy el Gobierno les da un techo y comida. Pero no puede ofrecerles una vida normal. “Esto no va de religión o política. Los Hermanos Musulmanes y los islamistas extranjeros se apoderan de todo". Malek es suní, pero como muchos también sufre a los "terroristas"
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