Al final del pasillo, flanqueado por cubículos donde dormitan decenas de animales, hay un cerdo que yace en el suelo. De su boca mana vómito y sangre. Sus patas, trémulas, trazan una sufrida danza macabra en el aire. El objetivo de Iván plasma la agonía de un puerco enfermo que ha sido apartado del resto y consume sus últimas horas de vida tirado en el cemento, abandonado a su mala suerte.
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