Durante los primeros tres meses de viaje, la mayoría de ellos redujo de forma acentuada su nivel de actividad. Además, pasaron cada vez más tiempo dormidos o descansando, según detalla el trabajo, publicado hoy en PNAS. El estudio describe un aumento del “sedentarismo” y la aparición de un “comportamiento adormecido” durante la mayor parte de la misión. Los voluntarios también sufrieron cambios en los ciclos de vigilia y sueño que habían mantenido fuera del búnker.
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