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Un vestigio del Rastro se desvanece

El mural con personajes de la bohemia de los 80, en pésimo estado de conservación. Su autor lamenta la dejadez municipal. Joaquín Sabina no tiene buen color. Algo parecido les ocurre a los otros 35 personajes que pueblan el mural de 17 metros de altura por cinco de ancho que ilumina —cada vez menos— la plaza de Cascorro desde el nacimiento de la calle Embajadores. “Son los estragos del tiempo”, cuenta Enrique Cavestany (Madrid, 1943), que lo pintó hace 30 años, periodo durante el que no ha sido objeto de ningún trabajo de conservación.

| etiquetas: rastro , madrid , mural , botella , cavestany

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