La Inquisicón disponía de tres medios para cubrir de infamia a un hombre o a una mujer. El menos grave era la penitencia pública pues se producía en un momento dado y podía borrarse con el tiempo. Las otras sanciones eran mucho más graves porque duraban y continuaban manteniendo su eficacia al término de dos o tres generaciones. Los condenados podían ser obligados a llevar el sanbenito bien durante una ceremonia religiosa bien a lo largo de varios años, o incluso durante toda su vida. Posteriormente, se impuso la norma de colgar los sanbenitos.
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