El artículo sostiene que la publicidad no es otra cosa que la máscara mediática con la que las empresas y corporaciones privadas intentan, día a día, influir sobre nuestras conciencias. Una de las condiciones necesarias para su éxito es la intrusión masiva, tanto directa como subliminal, sobre el pensamiento conciente e inconciente de la población. Y la repetición... la repetición sostenida e hipnótica del mensaje publicitario. “Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, sostenía Joseph Goebbels*...
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