Pedro Jota, en su particular interpretación de las cosas, llegó a creer que los lectores que se iban no le interesaban al diario; quedarían los fieles al periodismo independiente y sin ataduras de El Mundo, y los que le abandonaban no eran merecedores de su esfuerzo. Es lo que tiene confundir la pretendida independencia de uno con la del diario que dirige: a él le iba bien, le había ido muy bien hasta la fecha, pero el diario mientras tanto se iba desangrando. Me explico.
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