Son las personas, quienes también, metabolizando esta crisis transforman la realidad en una funeraria realidad. Ese metabolismo o deposición que hacen los ciudadanos tras tragarse forzosamente los males de la crisis hace de su masiva deposición un mundo diferente, ni siquiera mejor o peor, un mundo de mierda que determina el nacimiento de valores y ambiciones asociadas a los detritus asociados a la depresión.
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