"Es un hombre bueno e inteligente". Los feligreses de la iglesia de Sant Miquel de Fluvià (Girona) quieren y admiran a su párroco, Antoni Viñas, pero coinciden en que es mayor, está enfermo y debería jubilarse por su propio bienestar. El sacerdote se quedó en bañador y sandalias durante la misa del pasado domingo y intentó flagelarse, lo que impidieron los vecinos. Relacionada:
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