Es la historia de Juan Real, un hombre de 51 años que renunció a su profesión de delineante para cuidar a su esposa, una persona dependiente, y a sus hijos. Para él la casa no es una cárcel, pero ha supuesto un cambio radical en su horizonte de vida. Juan no sabe si podrá beneficiarse de la Ley de Dependencia, pero sí tiene claro que hay que apoyar a quienes dedican su vida a cuidar a otras personas.
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