Cuando Valentina Cepeda se puso la ropa de trabajo en la mañana de este miércoles nada parecía indicar que su jornada fuera a diferir de cualquier otra. A sus 58 años, y con toda una vida como limpiadora del Congreso, se incorporó a su puesto pensando que se trataría, al menos para ella, de un Pleno más. Se equivocaba.
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