Era un año antes de la crisis. En 2007, en Valencia, en la costa este de España, corrían ríos de champán. La región, bañada por las suaves aguas del Mediterráneo, celebraba la edición número 32 de la Copa América. Hoy, el puerto que fue la base de la famosa regata internacional y que costó 1.800 millones de euros está desierto. Los hangares que acogían a los equipos de vela están abandonados, a la espera desde hace casi cinco años de que se les busque un nuevo uso.
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