¿Quién no ha usado un vagón de metro alguna vez para echar una cabezadita? Sin necesidad de camas ni almohadas, pero contando con el supuesto apoyo del hombro de un extraño, estos emplazamientos siempre han sido ideales para rendirse al influjo de Morfeo antes o después de ir al trabajo. Sabiendo del efecto soporífero que este medio de locomoción subterráneo produce, el Gobierno chino ha decidido reusar vagones viejos para acoger a los sin-hogar durante las frías noches del invierno mandarín.
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