La economía va bien. Todos los datos que se van publicando hablan de una subida del PIB, un descenso del desempleo y una bajada de la inflación. Y por mi parte no tengo ninguna objeción a esos datos, o ninguna nueva, porque lo del cálculo del PIB es para mi un tema viejo, visjísimo, que negrean todos los gobiernos de este siglo y parte del anterior.
Pero a ver, que todos conocemos la calle y tenemos nuestra propia vida y la de amigos y conocidos para echar un vistazo. ¿De verdad que hemos mejorado todos tanto? Yo no, y lo veo bien claro. ¿No os parece sospechoso?
A mí me lo parece y mucho, porque cuando la economía va bien, crece el consumo y crecen los ingresos de la gente, crece también la inflación, como sucedió meses atrás.
Si sube el PIB y desciende el paro, es porque en términos reales estamos cobrando menos. Se trata de otra devaluación interna a costa de la capacidad de compra de la gente. O sea, un empobrecimiento. Y cuando la gente se empobrece, se relajan los precios, porque se contrae la demanda. La inflación cae porque somos más pobres, qué carajo. Se han acabado los ahorros y la gente se corta.
Los salarios reales han crecido menos que la inflación, y a eso se llama empobrecernos. El país exporta más proque, en precio, es más competitivo con los productos extranjeros, porque hemos devaluado los costes, muy especialmente los laborales, a través de mnecanismnos como el empleo a tiempo parcial. Porque os recuerdo que hay más personas que trabajan, pero se trabajan menos horas en total. No olvidemos eso.
La gente las pasa negras con la revisión de las hipotecas y los alquileres, la electricidad y la gasolina, es decir, con gastos que no puede evitar, por lo que su renta disponible se reduce. Eso es lo que está pasando. Un ajuste de cinturón con sonrisa de por medio.
Y no entendáis un ataque político donde no lo hay. Se han hecho muchas cosas muy positivas, como la subida del salario mínimo y una pequeña reforma laboral para frenar abusos, pero es cuando menos sospechoso que la patronal le haya pedido a Feijooó que no revierta estas leyes si llegase al poder. ¿No os parece?
Pero no nos engañemos: nos alaban ahí fuera porque la hostia gorda se la han llevado los trabajadores. Nos alaban fuera, y nos ponen como ejemplo en instituciones poco sospechosas de marxistas, porque hemos tragado con una sonrisa.
Y no, joer, con Feijoó no será mejor. Claro que no. Pero no nos pasemos con las alabanzas, porque eso sería como poner la cama.