La popularización de los campos de golf en la Comunidad Valenciana llegó de la mano del boom urbanístico de la última década. Los expertos Navarro y Ortuño dicen que el "problema" no es el riego del campo de golf, que se hace con aguas depuradas o desaladas, sino el agua que consume el parque de viviendas. El consumo de agua de estas viviendas es entre cuatro y seis veces superior al de una casa en una población tradicional. Además "la demanda inducida por los nuevos servicios y equipamientos" pueden elevarla a un tercio más.
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