Este título ha levantado una enorme polvareda porque ha despertado el viejo debate de si jugar con la realidad es o no divertido. Y en nuestro caso, debemos decir que no nos lo parece. Cuando desaparece el barniz de ficción en la apariencia de un videojuego, rápidamente comenzamos a tener una sensación de intranquilidad, de incomodidad, como si eso que estamos viendo formara parte del mundo real. ¿cómo nos podríamos sentir al atacar a un personaje que tiene un aspecto indistinguible de una persona con nombre y apellidos?
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