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Una bomba tripulada

Se trataba de un arma antibuque, similar a un pequeño avión, aunque sin propulsión propia. Tendría tan solo unos rudimentarios mandos para permitir al piloto controlar la dirección y la altitud. En el morro llevaría incrustada una bomba de demolición de 3.500 libras (1.600 Kg). El aparato tenía que ser transportado a las proximidades de su objetivo por un bombardero. Una vez allí, se desprendería a una altura de 10.000 pies, y planearía hasta situarse encima de su blanco. Entonces el piloto se lanzaría en picado contra el buque

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