Una de las mayores fascinaciones de la historia de la ciencia es la simplicidad de los experimentos más sublimes que la jalonan. Arquímedes, con una sencilla balanza, formuló un principio universal de uso aún corriente: el de la hidrostática. Eratóstenes, haciendo medir con pasos, cuerdas y vueltas de rueda de carro la distancia entre Asuán y Alejandría, calculó la circunferencia de la Tierra. Este maravilloso desfile, que podría ser interminable, lo concluimos con el experimento más elegante de los que hizo el gran Pasteur: un buen puchero...
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