Antes de que el paisaje urbano se plagara con rotondas y esculturas sobrevaloradas, antes de hacer líneas de tranvías que no funcionan -como la de Jaén-, de construir a medias ciudades culturales de costes millonarios como la de Galicia o la del circo de Alcorcón, de hacer estadios olímpicos, de hacer aeropuertos sin pasajeros o autopistas sin tráfico, hubo un gran despilfarro: el ferrocarril Santander-Mediterráneo. En su corazón se encuentra el túnel de la Engaña, cavado por presos republicanos y trabajadores que se dejaron la vida en la obra.
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